Estamos inmersos en un mundo donde recibimos constantemente información de todo tipo: auditivas (el ruido de las construcciones, bocinas, autos, gritos), visuales (imágenes en la televisión, carteles, Facebook, Instagram), las cuales nos estimulan de determinada manera disparando pensamientos, emociones, sensaciones que hacen que estemos permanentemente sumergidos en constante ruido. A veces lo tenemos tan naturalizado que no nos damos cuenta de todos esos datos que vienen de afuera acumulándose con nuestros propios pensamientos y emociones.
Cada pensamiento va generando otro entrando en una red que muchas veces es difícil cortar, creando toda una película en la cabeza, diversas escenas con distintos actores, diálogos y supuestos: “Y si me dice esto”, “Si pasa aquello”, “Voy a reaccionar mal”, “Seguro piensa mal de mi”. De esta forma vamos generando secuencias en nuestra mente viviendo una gran historia, desconcentrándonos del momento presente, llenándonos de ruido. Permitimos que toda esa información entre y se instale. Llega un momento que es insostenible escuchar, pensar y sentir todo eso.
A veces no se tiene registro de cuándo se empieza a llenar la mente y está a punto de colapsar, derivando en un dolor la cabeza, una carga en alguna parte del cuerpo, explotando en ira o en llanto sin algún sentido aparente que lo justifique. Porque a veces necesitamos ir al extremo para darnos cuenta que necesitamos el silencio. Poder callar las voces, bajar el volumen, la intensidad, la presencia de tantos pensamientos negativos. ¿Se vuelven así por el significado que le damos? Es por eso que es importante cambiar el foco de atención. Cuando yo hago foco en algo, se agranda. Como una cámara, cuando hago un plano en detalle todo lo demás está pero queda desenfocado, se percibe borroso y en la escena está el objeto o situación que quiero resaltar.
Por eso si quiero liberarme de tanto ruido, debo elegir primero que es lo que me sirve y a que le voy a dar protagonismo en mi vida para generar distintas escenas: ¿Voy a dar protagonismo a las noticias que veo por la tele? ¿le voy a dar protagonismo a lo que piensa el vecino de mí? ¿le voy a dar protagonismo al maltrato? Dejando que la violencia predomine en mí castigándome con frases y palabras.
Primero tengo que tomar la decisión de qué quiero y querer entrar en otra frecuencia: “la frecuencia del silencio” y para llegar al silencio hay que dejar pasar el ruido, sin involucrarte, desde una postura de observación. Les doy un ejemplo:
Si estoy hablando con alguien y justo escucho una sirena. Puedo tener 3 reacciones:
- Escucho la sirena, la acepto y sigo concentrado en la conversación sin que me afecte.
- Escucho la sirena y trato de negarla, hacer que no está, pero dejo de poner foco en la conversación, me distraigo y siento malestar en mí sin saber qué es, hasta lo confundo con algo de la conversación.
- Escucho la sirena, me distraigo pensando: ¿será la policía? ¿Será los bomberos? ¿Se estará quemando el edificio de al lado? ¡Si se está quemando entonces puede llegar el fuego hasta acá!. ¡Qué horror sentir que te quemás! Voy dejando de escuchar la conversación con mi amiga para escuchar mis pensamientos en red. Generando emociones acordes a ese escenario.
La primera opción es la que debemos trabajar en conciencia. Acepto que está pero me concentro en lo que quiero.
Podemos practicar desde lo visual, manteniendo la vista en un objeto, imagen o en algún sonido, música, mantra y cuando salgo de esa concentración volver al punto inicial. La idea es ir entrenando a nuestra mente para hacer eso. Que haga foco en donde yo quiero. Entonces la forma de no escuchar tanto ruido es concentrarse en algo, en meditación solemos concentrarnos en la respiración. Pero podemos practicar con diversas cosas, como les dije anteriormente.
Todo esto es importante porque si no registramos tanto ruido hasta llegar al malestar, estrés, enfermedad, no vamos a poder escuchar a nuestro cuerpo (si tiene frio, si duele, si hay algo que le está incomodando, si soy yo o es el otro), porque hay un intercambio de información constante entre el afuera y el adentro. El cómo lo proceso es la clave.
Atravesar la búsqueda de ese silencio te conecta con todo el ruido de las dudas. Pasar todo ese ruido para llegar a la sabiduría y tranquilidad que te aporta el silencio.
En la comunicación el silencio tiene un gran significado y valor, en el silencio esta toda la información, todas la respuestas, tu verdad, la que te da poder y libertad. Silenciarse para volver a escuchar, pero ya no el ruido, sino tu propio sonido.