Estamos pasando por un momento donde se nos llama a modificar nuestro estilo de vida, en todo sentido: en la manera de contactarnos, de trabajar, de cuidar nuestra salud, llevándonos inevitablemente a un cambio en la manera de percibir el mundo. Quienes se resistan a ello les costará más atravesar estas nuevas situaciones causando sufrimiento, ansiedad, angustia y depresión.
Quiero exponer que todo esto no puede ser en vano, nos quiere decir algo más, algo más profundo como sociedad, a nivel sistema, humanitario, de cómo fuimos resolviendo y pensando a lo largo de generaciones. Además a cada uno le repercute en mayor o menor medida este cambio, según la conciencia que se venía teniendo, el registro de las emociones, deseos y elecciones en las diferentes áreas de la vida.
Estas áreas que hoy están más en crisis, son las que necesitan transformarse porque ya no son funcionales de alguna manera, puede ser, un matrimonio, la amistad, la relación con los hijos, el trabajo, el estudio, el propósito de vida, entre otras.
Quiero proponerte que trates de mirar la historia que está detrás de todo este escenario, “el detrás de escena”. Ese cuento que tiene dos relatos, el que se cuenta con lo que se dice y el que se cuenta con lo “no dicho”. Muchas veces puede ser ambiguo, pero de eso se trata. Este es un mundo de confusión. Se ve que está pasando una cosa pero por detrás pasa otra. ¿Somos capaz de ver ese mensaje? Si estamos acá atravesando este momento es porque sí podemos. Sí podemos resolver cualquier adversidad, si esta el problema está la solución, solo hay que saber “mirar”.
¿Somos protagonistas de nuestras historias o espectadores de ellas? Cuando somos espectadores nos quejamos, somos dependientes y apegados, vivimos esperando que las cosas ocurran. Nosotros podemos cambiar nuestros propios relatos generando otras escenas en este gran escenario. Este tiempo nos obliga a mirarnos y generar ese cambio que tanto necesitamos y que ya no puede esperar.